Este año 2020, nos ha dejado escenarios nuevos e inesperados derivados de la pandemia. Nos hemos visto inmersos en un cambio de paradigma que no elegimos y llegó para quedarse: Por primera vez en la historia, se han cerrado masivamente los comercios si exceptuamos los considerados de primera necesidad, lo que nos ha obligado a habituarnos a nuevas formas de hacer y de comprar que tanto los comercios como las personas consumidoras, ya han hecho suyo.
Pero el proceso de transformación ha ido mucho más allá:
- Las personas han puesto en valor la seguridad: Cuando van comprar buscan entornos seguros y confiables, el gel, la mascarilla, la cita previa, la personalización, han pasado a ser parte de nuestro día a día.
- La reinvención de las marcas: No nos olvidamos de las marcas que han aportado su mejor versión en los momentos más complicados y han pasado a formar parte de los productos y servicios que más compramos. En paralelo, tenemos el branding personal y emocional, otro de los elementos clave para mantenerse y crecer en esta coyuntura, cultivando elementos como la singularidad, autenticidad, transparencia o fiabilidad. Los detalles marcan la diferencia.
- Digitalización: El consumo por internet, está en alza, habiéndose convertido durante el confinamiento en la única opción. Los comercios que ya estaban digitalizados, son los que mejor han llevado esta situación, poniendo de relieve el papel de la digitalización (que no necesariamente la venta on-line) en la mejora de la competitividad, y su importancia de cara a desplegar el uso de nuevos canales de comunicación más eficaces y nuevas herramientas tecnológicas de gestión interna y de relación con el cliente.
- Nuevos hábitos: Es necesario conocer que las personas consumidoras cada vez más buscan experiencias de compra personalizadas, utilizan sus dispositivos tecnológicos con más frecuencia, se convierten en prescriptoras de nuestros comercios, se comprometen y nos buscan y eligen entre todos los demás.
- Valores: Por último, es más importante que nunca conectar con la forma de vivir y pensar del cliente, con sus intereses, con qué se comprometen y con sus valores en definitiva. La ética y la responsabilidad social en forma de sostenibilidad, el cuidado del medio ambiente o el consumo responsable son valores en alza.